El Tiempo Vuela el Cerco de Peñarroya-Puebloneco

El tiempo vuela… El Cerco de Peñarroya-Pueblonuevo 1956-2011, ocaso de un foco industrial ejemplo de capitalismo neocolonial

Publicado el 27.noviembre.2013 por Admin y archivado en Cartografía, Estadística

Peñarroya y Pueblonuevo del Terrible eran pequeñas poblaciones que se segregaron de Belmez (Córdoba) en 1884, cuando por la conjunción del ferrocarril Córdoba-Almorchón, conectado con las minas de plomo de Badajoz y Ciudad Real, y la explotación de los yacimientos de carbón, se convierten en el epicentro de uno de los principales focos de la industria y de la minería española.

 

Este fenómeno está íntimamente ligado al asentamiento en 1881 de la poderosa empresa francesa Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP) en el Valle del Guadiato: la combinación de la explotación desde finales del siglo XIX de los yacimientos de hulla existentes en la comarca con el plomo colocó a esta multinacional como primera empresa minero-metalúrgica de España, en la vanguardia mundial de sectores estratégicos como la producción de plomo, cinc, sulfúrico, superfosfatos.

Ello, junto con el control de los mercados realizados desde París, facilitaron la expansión de la empresa más allá del Alto Guadiato, primero por el sur de Extremadura y Ciudad Real, y luego por el sureste peninsular, hasta convertirse en una multinacional, así como su diversificación en sectores como la producción eléctrica, los ferrocarriles, la explotación forestal, el textil y el papel.

La SMMP a principios del siglo XX ya era propietaria de las explotaciones hulleras de la comarca, de una fábrica metalúrgica y de una red de ferrocarriles propia que le permitía abastecerse de plomo, pero fue ampliando sus reservas con la compra de los derechos sobre nuevos yacimientos. En 1914 la SMMP era el segundo productor nacional de carbón, y poco después, el primero al superar a la asturiana Duro Felguera, convirtiéndose así en la primera empresa mundial del sector del plomo.

La Primera Guerra Mundial, que aumentó el precio y la demanda de los productos químicos y de los metales, facilitó el desarrollo de un polo industrial, el conocido como El Cerco de Peñarroya, donde se concentraban las instalaciones fabriles y logísticas. Su crecimiento fue vertiginoso, sobre todo en la década entre 1920 y 1930. En esos años (concretamente en 1927) ambas poblaciones se funden en un solo municipio, denominado Peñarroya-Pueblonuevo, y crecen desde los 7.033 a 24.691 habitantes.

Este conglomerado industrial empezó a experimentar dificultades a partir de 1929, cuando coinciden crisis económica con el agotamiento de recursos de las minas de plomo -en 1933 cierra la emblemática mina de El Soldado- y el aumento de las reivindicaciones obreras. La multinacional empieza a deslocalizar sus centros fabriles y a realizar sus principales inversiones fuera de España.

En la segunda mitad del siglo XX, tras alcanzar en 1940 su techo con 30.060 habitantes, Peñarroya-Pueblonuevo ve declinar su población con la extinción de su tejido industrial, aunque el declive se ve paliado por la continuidad de las actividades extractivas de carbón.

El ocaso de El Cerco: 1956

Durante el primer cuarto de siglo El Cerco concentra actividades industriales y es ejemplo de un modelo de desarrollo industrial de segunda generación, que integra todo el proceso de producción. La elaboración de plomo era la principal actividad transformadora, pero en 1907 se establece una pequeña fundición de cinc, en 1909 se inició la producción de ácido sulfúrico y de ésta se derivó la producción de superfosfatos, y en 1916 el tratamiento de las pizarras bituminosas. Además, en 1912 se estableció una empresa textil para fabricar sacos de yute y en 1913 una papelera.

En este fotograma, un vuelo bajo procedente de los archivos de CEFA, se observa el estado del conglomerado industrial en un año que aún mantenía una cierta actividad industrial y el conjunto de instalaciones citadas aparentemente intactos.

Al Norte del fotograma se aprecia parte de la población de Pueblonuevo, con una planta reticular propia de los asentamientos de colonización en la que destaca, justo en el contacto con la zona industrial, algunas de las edificaciones más características: el “barrio francés”, abundantemente arbolado, con sus viviendas para técnicos y directivos características, y otras edificaciones singulares como la sede administrativa de la empresa (hoy geriátrico), el centro social (biblioteca), el hospital (convertido en centro de salud), edificios del primer cuarto del siglo XX representativos de la arquitectura francesa de inspiración neoclásica.

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El Cerco es un conglomerado de instalaciones, trenzado por una red de ferrocarriles interna. Al oeste de la carretera nacional Badajoz-Córdoba, que discurre de forma paralela al ferrocarril Puertollano-Peñarroya, y contiguo a El Cerco, se distinguen la Yutera y la Papelera.

El Cerco tenía una estructura definida: al noroeste el gran almacén central, nudo logístico de la empresa, interesante obra del estudio de Gustave Eiffel (1910). En la parte central las fábricas de productos químicos (superfosfatos, sulfato de cobre, de hierro, ácido sulfúrico). En el centro, el corazón que dio sentido a este complejo: las fundiciones de plomo (1896), de cinc, la desplatadora, los hornos de cock y las instalaciones para procesar derivados del carbón.

Al suroeste la subestación y la central térmica (1918) que proporcionó energía hasta 1963 no sólo al complejo, sino a gran parte de la provincia de Córdoba y de Ciudad Real. El sur de El Cerco está delimitado por las estaciones de vía estrecha y las líneas de ferrocarril a Puertollano y Fuente del Arco, red propiedad de la SMMP (con 243 kms. de longitud), así como la línea propiedad entonces de RENFE Córdoba-Almorchón. Junto a las vías se encontraban los talleres generales y los almacenes de locomotoras y del material rodante.

Peñarroya-Pueblonuevo 1972: el mocultivo del carbón

El fotograma de 1972 está realizado en un momento en que El Cerco había sido ya vendido por la SMMP a COPESA, empresa que tiene como único objetivo el desguace de todo elemento metálico existente en las instalaciones: grúas, portones, cerchas y otros elementos estructurales metálicos. Muchas de las fábricas aún se mantienen en pie, pero sólo en apariencia.

En el censo de 1970 la población del municipio había bajado a 17.003 habitantes, prácticamente a la mitad de la que tuvo treinta años antes. En el fotograma, al sureste se observan las escombreras de explotaciones de hulla, que en ese momento ya consistía en la principal fuente productiva de la comarca, como las antiguas minas Antolín, Santa Elisa, Ana. El sector se mantenía gestionado por empresas públicas dependientes del Instituto Nacional de Industria, que se habían hecho cargo de las explotaciones carboníferas abandonadas en 1961 por la SMMP.

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Peñarroya-Pueblonuevo 2011: el fin del carbón y la necesaria diversificación

En el año 2010 la empresa ENCASUR, vendida por el Estado a ENDESA, cerró la Corta Cervantes, la última explotación del carbón, y trasladó parte de su personal a Puertollano. Para facilitar la reconversión del sector, con ayuda de los fondos Miner, se han realizado labores de restauración ambiental de las antiguas escombreras y cortas mineras y se han construido importantes polígonos industriales poco ocupados, como se observa al sureste de la ortofoto, sobre la antigua Mina Antolín. Estas iniciativas no han podido detener el declive demográfico y el municipio contaba en 2012 con 11.651 habitantes.

Destaca en la imagen la impronta de la nueva variante de la N-432, que se aleja de la población, aunque sigue dividiendo a Peñarroya y Pueblonuevo. Toda la red de ferrocarriles de vía estrecha ha sido desmantelada y la red de RENFE se mantiene, pero de forma testimonial, para abastecer a la central térmica de Puente Nuevo (Espiel).

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De las antiguas instalaciones industriales se mantiene en pie y con distintos usos las naves de la papelera y de la yutera, el almacén central, la subestación y poco más. El resto de las instalaciones, pese a que el año 2009 pasaron a propiedad municipal, constituye un conjunto de ruinas en avanzado estado de deterioro.

A pesar de todo, El Cerco sigue constituyendo un magnifico y evocador referente de paisaje arqueológico industrial, con un variado repertorio de ejemplos del eclecticismo historicista, propia de la arquitectura industrial de primera mitad del siglo XX, y merecedor de mejor suerte y más atención.

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