ALBERTO DIAZ-VILLASEÑOR ALBERTO DIAZ-VILLASEÑOR 30/08/2004

UN EX-JEFE DE LAS MINAS NIEGA EL PELIGRO

Pierre Rousseau, ex ingeniero de Talleres Generales de la SMMP, analiza una por una las instalaciones y su potencial emisión de contaminantes, que en su opinión no invalidaría construir en los polémicos terrenos.

Para Pierre Rousseau, antiguo ingeniero jefe durante más de 30 años de los Talleres Generales --uno de los principales departamentos que comprendía la zona industrial de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya (SMMP)--, el Cerco no fue un lugar contaminado y no revestiría hoy niveles de toxicidad serios. 
Rousseau, que dejó el Cerco en 1969, pocos años antes de que la SMMP abandonara su actividad, vive en Francia pero mantiene contactos con Peñarroya-Pueblonuevo. Encontró e interpretó para el Ayuntamiento los planos originales del antiguo almacén central que hoy lleva su nombre (Complejo Pierre Rousseau) por acuerdo plenario de octubre de 1999. Pierre Rousseau ha tenido conocimiento de este debate por la revista Sierra Albarrana y ha creído oportuno aportar al mismo diversas puntualizaciones.

Humos y polvos

Así, para Rousseau si todo el Cerco está contaminado, habría que generalizar y considerar que todo el pueblo lo está; pero con una contaminación producida por humos y polvos transportados por los vientos a toda la comarca y en cantidad ínfima. Para el antiguo ingeniero jefe, todos los residuos pesados producidos en la Fundición de plomo se quedaban allí y entraban de nuevo en un ciclo de extracción de los metales por el valor de todos los elementos (plomo, cobre, plata, bismuto, arsénico, antimonio, zinc) usados en la extracción de la plata.

Según Rousseau, el Cerco era un conjunto de territorios independientes y con su propia administración. Hasta los sesenta, su actividad y posible emisión de contaminantes era:

El Almacén Central no dio lugar a contaminación puesto que se utilizó para recibir materiales de construcción y de todo tipo, sus alrededores se mantuvieron siempre limpios, asegura Rousseau. El parque de madera --solar previsto inicialmente para el hospital-- fue siempre un espacio vacío sin actividad industrial y Rousseau dice no haber visto nunca depositar residuos de cualquier naturaleza. Este amplio espacio se mantenía siempre limpio y perfectamente ordenado. Respecto a la fábrica de ácido y abonos, el taller de fabricación del ácido sulfúrico puede haber tenido zonas afectadas, la salida del horno Moritz (calcinación de las piritas) donde se condensaban los metales contenidos en las piritas. 
Pierre Rousseau supone que todo el plomo de las cámaras fue cuidadosamente recuperado cuando se desguazaron las instalaciones. En la fabricación de abonos y almacenamiento tampoco hubo riesgo de contaminación, ya que el abono hubiera sido impropio al consumo. En la zona de productos refractarios, las materias primas utilizadas no tenían elementos contaminantes. Se puede considerar este taller perfectamente limpio.

En cuanto a la parcela de la Fundición de Plomo, allí es donde se encontrarían metales responsables de la contaminación de los suelos, pero no de una manera uniforme, sino en función de las etapas de la metalurgia del plomo. A cada etapa corresponde una zona bien definida y separada de las demás. Según esto, al entrar en la Fundición los minerales eran clasificados y almacenados en el patio en forma de parva (capas horizontales alternando con cal). La cal era un fundiente para facilitar la separación de la gacha en el horno y también limitar la formación de polvo con el viento. Al parar la Fundición, lo lógico es --en opinión de Rousseau-- que todos los minerales fueran tratados o enviados a otras fundiciones. El horno de calcinación estaba instalado en un edificio con el fin de aislarlo de las intemperies. 
En el 2002, Rousseau visitó este edificio y afirma que ya no encontró señal de este aglomerado. Todo había sido limpiado cuidadosamente. De la fusión no quedaba nada, el horno La Pava fue desarmado y no se encuentran trazas de lo que fue el corazón de la Fundición. A la salida del horno de fusión el plomo bruto pasaba a la desplatación, edificio completamente cerrado en el cual se procedía a la separación de los metales; tampoco se ha destruido este edificio pues el ex ingeniero jefe lo visitó en el 2002.

Para él, seguramente habrá aún restos --sólo trazas-- de metales, pero bien localizados. Para Pierre Rousseau, la contaminación en este apartado se limitó al territorio específico para administrar los desechos, los cuales, no obstante, eran inyectados en los circuitos de fabricación hasta volver a recuperar una gran parte de los metales.

En cuanto al resto de los terrenos del Cerco, ni los hornos de Cok, ni la fábrica de briquetas, ni la central eléctrica, ni los terrenos circundantes a los pozos mineros Hamal y Santa Rosa deben ofrecer riesgo de contaminación. Tampoco los Talleres Generales usaron metales susceptibles de toxicidad, por lo que Rousseau no ve motivos para desechar estos terrenos.

La disolución

En cuanto a la toxicidad del plomo, este antiguo directivo de la SMMP afirma que "cuando era estudiante me enseñaron que para ser venenosa una sal metálica tenía que ser soluble, y en condiciones normales un metal puro no es venenoso; teniendo en cuenta que la SMMP dejó toda actividad metalúrgica hace más de treinta años, es de suponer que todos los productos susceptibles de contaminar los suelos han sido lavados, disueltos y tragados por los subsuelos de la comarca".

Finalmente, Pierre Rousseau cree oportuno que "antes de que se condenen más de 60 hectáreas de terrenos, se reflexione sobre la recuperación y la utilización de estas explanadas; difícilmente puedo admitir que El Cerco esté contaminado al punto de alejar toda construcción y, en ese caso, es todo el pueblo el que haría falta alejar".

 

 

 

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