Juegos de Estratigia y Consecuencias Innintencionadas

Papers 75, 2005 35-61

 

 

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas:

un modelo con resultados perversos de la crisis

de la minería de Cartagena-La Unión*

Francisco Linares Martínez

Universidad de La Laguna. Departamento de Sociología

flinares@ull.es

 

 

 

 

Resumen

 

Este artículo representa una aproximación al conflicto relativo a la continuidad de la acti-

vidad minera en la comarca de Cartagena-La Unión, que impulsó, en 1988, a la Sociedad

Minera y Metalúrgica de Peñarroya a abandonar el distrito minero después de varias déca-

das de actividad. En primer lugar, brevemente, se da cuenta de las vicisitudes de la activi-

dad minera a lo largo de la década de 1980, para llegar a estudiar los sucesos críticos del

año 1988. En el análisis de estos acontecimientos se emplea una aproximación propia de

la teoría de juegos para mostrar cómo fracasaron las negociaciones entre las partes implicadas

y cómo del sistema de interacción emergieron consecuencias inintencionadas de signo per-

verso para algunas de ellas.

Palabras clave: acción colectiva, consecuencias inintencionadas, negociación, juegos de

dos niveles, teoría de juegos.

 

Abstract. Games of strategy and unintended consequences: a model with perverse outcomes of

the mining sector’s crisis in Cartagena-La Unión

 

This paper represents an approximation to the conflict concerning the continuity of mining

activity in the area of Cartagena-La Unión, which, in 1988, prompted Sociedad Minera

y Metalúrgica de Peñarroya to leave this mine-district after several decades of activity. First

of all it briefly accounts for the vicissitudes of mining activity throughout the eighties,

coming to the study of the events happened in 1988. In the analysis of these events a game

theoretic approach is used, in order to show how the bargaining among the parts broke

down and how unintended and perverse outcomes for some of the parts emerged from

the system of interaction.

Key words: collective action, unintended consequence, bargaining, two level games, game

theory.

 

 

 

 

*   Agradezco a los revisores anónimos de PAPERS sus aportaciones críticas a la última versión

    de este trabajo. También deseo mostrar mi agradecimiento a todas las personas que en su

    momento me brindaron su ayuda y su ánimo en el desarrollo de esta investigación.

 

36   Papers 75, 2005                                             Francisco Linares Martínez

 

 

 

                                         Sumario

                              Introducción    Algunas características resaltables

         Dificultades en los años ochenta     del proceso de interacción

El proyecto de Los Blancos III. Conflicto     Postescripto para curiosos: ¿cómo finalizó

  en torno a la continuidad de la minería     la crisis de la minería de la comarca

                                              de Cartagena-La Unión?

        Juegos de estrategia en la comarca

                  de Cartagena-La Unión       Bibliografía

                El desenlace del conflicto:

      la venta de los activos de Peñarroya

 

 

 

Introducción

La minería ha acompañado a las gentes de la comarca de Cartagena desde que

sus primeros pobladores se asentaran en la misma. Sin embargo, esta activi-

dad sólo ha constituido un foco de desarrollo económico en breves periodos

de su historia claramente acotados: durante la dominación romana, en la época

republicana, principalmente entre la segunda mitad del siglo II aC y la prime-

ra mitad del siglo I aC (Martín Camino, 1996: 86); entre 1840 y 1930, perio-

do en el que la minería cartagenera conoció su máximo esplendor, y entre 1953

y 1991, periodo en el que la actividad cobró un nuevo auge merced a las nue-

vas técnicas de lavado del mineral por flotación diferencial y de explotación a

cielo abierto1.

    La protagonista indiscutible de esa última época es la multinacional de

capital francés Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya-España (en ade-

lante, Peñarroya), cuya producción, tras diversas dificultades, se inició en 1957,

una vez desmontada la mina Emilia, y creció desde entonces de manera inin-

terrumpida hasta 1981. La estrategia de explotación de Peñarroya implicaba

no sólo una inversión considerable en la constante ampliación y reconversión

de sus medios de producción, sino también una incesante labor investigadora

del potencial minero de la Sierra de Cartagena. De esta manera, a la altura de

1983, la sociedad minera explotaba simultáneamente seis cortas (pues a Emilia

sucedieron, paulatinamente, Gloria, San Valentín, Los Blancos, San José y

Tomasa); tenía en nómina a 555 empleados; era la primera productora de

plomo en España y la tercera productora de zinc, aportando el 36,1% y el

17,4%, respectivamente, del total nacional de estos metales (Gea Javaloy, 1986a:

274; 1986b: 324). Así mismo, se hallaba en estrecha relación con el tejido

industrial cartagenero de entonces, pues suministraba inputs a tres de sus indus-

trias: el 40% del plomo consumido por la fundición Santa Lucia (propiedad de

la misma empresa), el 60% del zinc consumido por la factoría de Zincasa, pos-

 

 

1. El conocimiento de la minería en la sierra de Cartagena-La Unión se debe fundamental-

   mente a las obras de los historiadores J.B. Vilar y P.M. Egea Bruno (1985, 1990).

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas            Papers 75, 2005   37

 

 

teriormente reconvertida en Española del Zinc, y el 80% de la pirita de hierro

consumida por Explosivos Río Tinto, posteriormente FESA (Gallego Rodríguez

y Monllor Domínguez, 1993: 166-167). Sin embargo, este espectacular pano-

rama se quebraría a lo largo de la década de 1980 (especialmente en la segun-

da mitad de la misma), teniendo lugar, a la altura de 1988, el abandono de la

sierra minera por la compañía que le había dado un nuevo esplendor durante

treinta años.

    En el presente artículo se pretende dar cuenta de un conjunto de aconte-

cimientos (fechados entre septiembre de 1987 y septiembre de 1988) que, cabe

concebir, contribuyeron a este desenlace. Se huye de una aproximación estruc-

turalmente determinista, en el sentido de que, si bien es un hecho cierto que

la empresa minera pasaba por importantes dificultades en aquellos años (debi-

do, entre otras razones, a la evolución a la baja del valor del mineral en los

mercados internacionales), nuestra hipótesis es que el desenlace de los hechos

se vio condicionado (en magnitud que presumimos importante, pero que, en

cualquier caso, es imposible medir) por la compleja interacción entre los diver-

sos agentes implicados en los acontecimientos: las élites políticas, los poten-

ciales afectados (mineros y vecinos de Llano del Beal2) y la dirección de la

empresa. Para dar cuenta de estos acontecimientos, en primer lugar, se expo-

nen el cúmulo de circunstancias que daban a la minería cartagenera una con-

dición de fragilidad. En segundo lugar, se analizan detalladamente los proce-

sos de interacción estratégica entre las partes; este análisis se sostiene en la

construcción e inspección de las características matrices de la teoría de juegos.

En tercer lugar, se extraen las propiedades del sistema de interacción propues-

to, prestando especial atención a la aparición de consecuencias inintenciona-

das. Finalmente, se plantea sucintamente la posibilidad de generalización del

análisis para el estudio de otros casos empíricos.

 

Dificultades en los años ochenta

Como es conocido, la primera mitad de la década de 1980 fueron años de

especial dificultad para la industria española, habida cuenta de que el gobier-

no central no podía demorar por más tiempo las medidas de reconversión que

exigía el atajo de la crisis que sacudió a la economía mundial en la década de

los setenta, y cuyos costes, en España, dada la delicada coyuntura política del

momento, se había optado por no trasladar a los ciudadanos (Segura y otros,

1989). El estudio más detallado del comportamiento de este sector en la Región

de Murcia durante los años de crisis es el de Fernández Valbuena (1989), que,

empleando datos de los años 1978 a 1985, analiza la evolución de lo que él

denomina «industria endógena» (transformación de productos agrarios, fabri-

cación textil y de muebles), «industria exógena» (energía, industrias químicas

y construcción naval), así como de un tercer subsector (que representa apro-

 

 

2. Ver más abajo.

 

38   Papers 75, 2005                                             Francisco Linares Martínez

 

 

ximadamente un 25% del VAB y del empleo industrial) constituido princi-

palmente por la minería, a su vez dominado hegemónicamente por Peñarroya.

De los tres subsectores, aquél que manifiesta una peor evolución es precisa-

mente el último, cuyo comportamiento es calificado por Fernández Valbuena

como recesión destructora regresiva: «Lo que parece irreversible es el hundi-

miento del resto de la industria, dominado absolutamente por los sectores

mineros, que […] han experimentado reducciones tanto en el VAB como en

el empleo y la productividad en el conjunto del periodo» (1989: 261).

    En cuanto a la situación particular de Peñarroya, atendiendo a los datos

de Gea Javaloy (1986a: 274, 1986b: 324), ésta permanecía en 1985 a la cabe-

za de los productores españoles de plomo, pero mientras que sus dos inme-

diatos competidores, Apirsa y Compañía de La Cruz, habían incrementado,

entre 1983 y 1985, su participación en la producción nacional en 5,8 y 4,7

puntos porcentuales respectivamente, aquélla la había disminuido en 3,7 pun-

tos. Respecto al sector del zinc, para el mismo periodo, Peñarroya es despla-

zada del tercer lugar por Apirsa, que incrementó su participación en la pro-

ducción nacional en 5,5 puntos, mientras aquélla, ahondando la tendencia

recesora de las otras grandes empresas (Asturiana del Zinc y Exminesa), dis-

minuía su participación en 4,5 puntos. En el contexto de la Comunidad

Autónoma de Murcia, las cifras no son mejores para la multinacional: su con-

tribución a la producción minera regional pasa de representar el 73,8% en

1983 al 50,3% en 19883.

    Para entender completamente la situación de la empresa en el año 1987,

es preciso, además, prestar atención a algunos elementos determinantes o con-

dicionantes (según el caso) de su actividad. Éstos son la «riqueza» de sus yaci-

mientos, la evolución del valor de los metales, el grado de agotamiento de las

explotaciones, la «cuestión ecológica» y la situación interna de la multinacio-

nal.

 

Riqueza de los yacimientos

Una de las características de los yacimientos de la Sierra de Cartagena es la

baja ley4 de sus minerales, lo que permitía calificar a las explotaciones mineras

en la misma como económicamente arriesgadas en ausencia de importantes

inversiones en capital fijo. Así, Peñarroya explotaba yacimientos cuyo contenido

en plomo fluctuaba alrededor del 1% del mineral. Como elemento de com-

paración, nótese que las leyes de los minerales explotados por sus más direc-

tos competidores españoles eran superiores: 1,7% en las minas de Aprisa y

1,5% en las de Exminesa (Gea Javaloy, 1986a). Las leyes del mineral de zinc,

si bien algo superiores, eran igualmente bajas, pues fluctuaban alrededor del

1,5%.

 

3. Según datos de los anuarios estadísticos de la Región de Murcia.

4. La ley es la proporción de metal (por ejemplo, plomo) contenido en el mineral (en este

   caso, galena). Normalmente se expresa en tanto por ciento.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                     Papers 75, 2005   39

 

 

Cotizaciones de los metales en la Bolsa de Londres

El valor de las producciones mineras depende de las cotizaciones de los meta-

les en el mercado internacional. El precio del plomo venía entonces dado por

una fórmula aplicada al valor que obtenía este metal en la Bolsa de Metales de

Londres (London Metal Exchange), y el precio del zinc se obtenía a partir del

Precio Productor Europeo, a su vez fuertemente influenciado por la cotización

londinense (Gea Javaloy, 1986a: 277-279, 1986b: 327-329). Sin embargo, la

evolución de estos mercados durante los años ochenta no fue especialmente

favorable para el negocio minero. A la altura de 1986, escribía Gea Javaloy:

«con los actuales niveles de precios, sólo resultaría económicamente viable la

mitad de la producción de plomo occidental» (1986b: 330). Por aquel enton-

ces, el precio del zinc era de 690 libras por tonelada métrica y el del plomo,

de 258; nótese que la media de las cotizaciones de zinc y plomo durante la

década de los setenta fueron de 773 y 583 libras de 1983 por tonelada, res-

pectivamente.

 

Cuestión ecológica

Uno de los problemas de los intensivos métodos de explotación empleados

por Peñarroya era la generación de un creciente volumen de estériles5.

Rápidamente, el viejo sistema de verter el material estéril a las ramblas o de

amontonarlo en «pantanos» quedaría obsoleto y, buscando una solución más

satisfactoria, Peñarroya, avalada por un estudio de corrientes marinas, obtuvo

de la Administración central en 1959 la autorización para verter sus estériles al

mar en un punto que finalmente fue fijado en 250 metros de Punta de la

Galera, extremo occidental de la bahía de Portmán (Vilar y Egea Bruno, 1990:

223). El mar no arrastró, tal y como estaba previsto, dichos estériles fuera de

la bahía, sino que éstos se fueron sedimentando en su interior, lo que generó

un problema ecológico de dimensiones aún no perfectamente evaluadas. El

despertar de una importante sensibilización hacia las cuestiones ecológicas

durante los años setenta y ochenta condujo a la Administración a presionar a

la empresa minera para finalizar los vertidos al mar. El problema, sin embargo,

no era fácil de resolver, pues exigía una inversión multimillonaria para la cons-

trucción de un nuevo lavadero. Esta inversión fue finalmente realizada por la

sucesora de Peñarroya, Portmán Golf, en el año 1990.

 

Agotamiento de los yacimientos

La progresiva extinción de los recursos de las diversas cortas en explotación

propició un estancamiento y posterior caída de la producción. La explota-

 

5. La actividad minera a cielo abierto produce dos tipos de estériles: el escombro fruto del

   desmonte y el material sobrante una vez lavado el mineral. Nos referimos aquí a este últi-

   mo tipo.

 

40   Papers 75, 2005                                        Francisco Linares Martínez

 

 

Tabla 1. Reservas de mineral conocidas (toneladas).

                                    Explotables                 No explotables

Emilia                                                          700.000

Tomasa                                 330.000                    400.000

San Valentín                           300.000                      

Brunita                                780.000                      

Los Blancos III                     17.700.000                  7.960.000

TOTAL                               19.110.000                  9.060.000

Fuente: Peñarroya-España (1987b).

 

 

ción de la cantera Emilia finalizó en 1982; la de Los Blancos (I y II), en 1985,

y la de Gloria se hallaba prácticamente finalizada en 1987. Así, en julio de

1987 las reservas explotables en las canteras históricas se cifraban en 1,4 millo-

nes de toneladas, es decir, poco más de seis meses de laboreo manteniendo el

ritmo de explotación de 2,4 millones de toneladas al año. Las reservas com-

probadas a finales de 1987 se hallan en la tabla 1. Como es fácil comprender,

la continuidad de la actividad dependía directamente de la explotación de un

nuevo yacimiento proyectado con el nombre de Los Blancos III.

 

Reestructuración de la empresa

Un factor cuya influencia, según varios indicios, no debe despreciarse pero del

que, al mismo tiempo, se dispone de escasa información, es la fusión de la

Sociedad Minera y Metalúrgica Peñarroya con la sociedad suizo-germana

Preussag, para constituir el grupo multinacional Metaleurop, cuyos intereses se

centraban en el negocio de fundición del metal. A raíz de esta fusión, consu-

mada en abril de 1988, es muy posible que la dirección de París de Peñarroya per-

diera interés por su rama de extracción minera, y la lucha mantenida por el cua-

dro directivo español para mantener las explotaciones de la Sierra de Cartagena

finalmente no fuera un obstáculo para que éstas se pusieran a la venta.

 

El proyecto de Los Blancos III. Conflicto en torno a la continuidad

de la minería

La Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya no se resignó ante el agota-

miento de las reservas de sus canteras, de manera que en 1987 elaboró un pro-

yecto para la explotación de una nueva corta, llamada Los Blancos III, que,

cubriendo la cantera Sultana (en producción desde 1984), se extendía hasta el

linde sureste de la pedanía cartagenera Llano del Beal, sita en la falda noreste

de la sierra minera. Este proyecto contemplaba la explotación de 23,65 millo-

nes de toneladas de mineral (de las cuales 15,85 contenían un 0,81% de plomo

y un 2,37% de zinc, y las restantes 7,8 contenían un 0,41% de plomo y un

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                         Papers 75, 2005   41

 

 

1,37% de zinc), lo que reportaría a la empresa unos beneficios netos cuya esti-

mación oscilaba entre 2.500 y 8.600 millones de pesetas, dependiendo de la

evolución de distintos parámetros económicos, en diez años6.

    Dado que las labores mineras habrían de desarrollarse en un continuo acer-

camiento hacia Llano del Beal, la dirección de Peñarroya planeó7 una entre-

vista con los vecinos de esta pedanía para exponerles sus planes y negociar

algún tipo de compensación por los posibles perjuicios. Atendiendo al relato8

de uno de los vecinos que asistieron a dicha reunión:

 

         Nos llamó Peñarroya para enseñarnos los proyectos que tenía […] Nos ense-

         ñaron una maqueta verde que era preciosa en la que se veía el pueblo y enton-

         ces, bueno, pues allí se veían unas rayas y en un determinado momento de la

         entrevista tiran de la maqueta, levantan una parte de la maqueta y se llevan

         medio pueblo. Y dicen: «bueno y esto nos vamos a llevar una parte del pue-

         blo y dentro de unos años pues quedará, dentro de veinte años o diez años,

         quedará aquí, arriba, pues lo rellenaremos de tierra y quedará un parque cojo-

         nudo». Y nos quedamos sorprendidos, ¿no? O sea nos quedamos paralizados

         ante aquello. O sea era la desaparición del pueblo y la frase que dijeron fue:

         «bueno, la casa que tiremos, casa que pagamos». Nada más.

 

    A los ojos de la dirección técnica de Peñarroya, los acontecimientos se desa-

rrollaron de forma matizadamente distinta:

         El proyecto contemplaba acercarse a los cuarenta metros famosos que decía la

         Ley de Minas9 […]. Y ese proyecto llevaba una restauración en la zona tal [en

         las inmediaciones del pueblo], que instalaba un polideportivo…, bueno, un

         polideportivo, unas pistas deportivas, tal, una vez terminado, ¿no? Pero luego

         viene una segunda parte que dicen: «aunque realmente si se pudiera desarro-

         llar el proyecto en su totalidad con las reservas que hay proyectadas, se llevaría

         esto». Entonces, la maqueta contemplaba destapar una parte que se iba más

         o menos al bar del Chupa […]. O sea se llevaba un pellizco no muy grande, pero

         unas cuantas casas del pueblo. Entonces, eso, desgraciadamente de esa reu-

         nión lo que quedó fue el espíritu de que: «joder, han llegado allí, han hecho

         así y se han llevado las casas».

 

    Sea como fuere, este proyecto desencadenó una fuerte contestación de los

vecinos de Llano del Beal, quienes creían peligrar su identidad como pueblo

si los planes de la sociedad minera se llevaban a efecto. Dicha contestación

 

 

6. Todos los datos se han extraído de Peñarroya-España, Proyecto de la corta Los Blancos III.

7. Nos referimos en este apartado a la dirección local de la empresa. Las diferencias entre los

   distintos niveles de dirección de la multinacional se abordan sucintamente al inicio del pró-

   ximo apartado.

8. Cuando no se cite otra fuente, los fragmentos intercalados en el texto son extractos de entre-

   vistas personales.

9. La Ley de Minas establecía que la distancia mínima entre una población y una explotación

   minera debía de ser de cuarenta metros.

 

42   Papers 75, 2005                                               Francisco Linares Martínez

 

 

adoptó múltiples formas, desde las manifestaciones ante las correspondientes

sedes institucionales hasta el bloqueo de la producción de la empresa concen-

trando personas en las pistas por las que debía de circular la maquinaria mine-

ra; acciones que tuvieron su eco en las administraciones local y regional, que se

enfrentaban al difícil problema de reconciliar las demandas de los vecinos con

los planes de una empresa que constituía uno de los pilares económicos de la

comarca. El conflicto desatado apareció ante la opinión pública, a través de

los diversos medios de comunicación, como sucesivas avalanchas de moviliza-

ciones protagonizadas alternativamente por dos colectivos: los mineros de

Peñarroya (que veían peligrar sus puestos de trabajo) y los vecinos de Llano

del Beal. Paralelamente a éstas, tuvieron lugar una serie de reuniones bilatera-

les o multilaterales entre dichos colectivos y la Administración; reuniones cuyos

acuerdos, a su vez, se convertían en la justificación de nuevas movilizaciones

por parte del colectivo menos favorecido en cada caso.

    La máxima tensión se alcanzó en los meses de enero y febrero de 1988, en

los que vecinos y mineros protagonizaron sendos encierros exigiendo en cada

caso a la Administración una actuación más favorable a sus intereses. En qué

medida los acontecimientos de estos meses influyeron, o precipitaron, la deci-

sión de la multinacional de vender sus activos mineros, no puede conocerse.

De lo que sí existe evidencia es de que la empresa, como se ha mostrado, pro-

yectó la explotación de los yacimientos con anterioridad a tales acontecimientos

y manifestó su decisión de vender poco después de los mismos. De cualquier

manera, el conflicto jamás fue resuelto, sino que se trasladó en septiembre de

1988 a la nueva propietaria de los activos mineros, la sociedad de origen autóc-

tono Portmán Golf. Los sucesos de aquellos meses críticos (cuya cronología se

expone en la tabla 2) pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

1. Los vecinos inician (18 de enero) turnos de vigilancia de día y de noche,

   para evitar la posible realización de sondeos de prospección geológica reque-

   ridos por la Administración a la empresa para conocer el impacto de la

   explotación minera en el entorno del pueblo. Esta vigilancia se institucio-

   nalizará en un improvisado centro de reunión, bautizado como «la Cabaña»,

   y se perpetúa hasta el año 1991.

2. Los representantes de las distintas administraciones se reúnen (8 de febre-

   ro) y acuerdan no aprobar el proyecto general de la cantera Los Blancos III,

   pero muestran la voluntad de aprobar el plan de labores10 de la sociedad

   minera para 1988 (que fijaba la línea de explotación a setecientos cincuenta

   metros del pueblo), condicionando su aprobación a los resultados de los

   pertinentes estudios técnicos.

3. Los mineros se encierran (17 de febrero) en la mina de San Rafael para exi-

   gir de la Administración una postura más explícita sobre el futuro de la

   minería en la región.

 

10. A las empresas mineras se les requiere la aprobación anual del correspondiente «plan de

    labores» para desarrollar su actividad.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                                    Papers 75, 2005        43

 

 

Tabla 2. Cronología de los acontecimientos de enero y febrero de 1988.

Fecha        Vecinos                       Administración                 Mineros              Peñarroya

18 enero     Inicio de los turnos                                                              Suspensión

              de vigilancia para                                                                temporal de

              impedir la realización                                                            los sondeos.

              de los sondeos.

22 enero                     Reunión de las partes a iniciativa del alcalde de Cartagena.

30 enero                                                                  Manifestación en

                                                                            La Unión.

4 febrero    Bloqueo de la carretera       Reunión de las

              de acceso al lugar            administraciones

              donde se realizarían          locales y regional.

              los sondeos.

8 febrero    Reunión de las partes para consensuar los acuerdos adoptados el día anterior:

             — «No» (temporal) al proyecto de explotación Los Blancos III.

             — «Sí» al plan de labores de 1988, que sitúa la línea de explotación a 750 metros

                   de El Llano.

             — Sometimiento de la explotación a los controles técnicos y legales oportunos.

17 febrero                                                                Encierro de trece

                                                                            mineros en la

                                                                            mina de San Rafael.

18 febrero                                 Reunión en la que la Administración reitera su voluntad

                                            de que continúe la minería.

19 febrero                                 Reunión en la que la Administración hace constar su voluntad

                                            de aprobar el proyecto de Los Blancos III, aceptando una

                                            distancia mínima desde El Llano de 175 metros.

20 febrero                                                                Fin del encierro.

22 febrero   Encierro en el Ayuntamiento

              de Cartagena.

23 febrero                                 Reunión entre el alcalde

                                            de Cartagena y la

                                            Administración Regional.

24 febrero   Reunión en la que las partes reafirman su acuerdo en:

             — Aprobar del plan de labores de 1988.

             — Someter la explotación a los controles técnicos

                   y legales pertinentes.

             Fin del encierro.

Fuente: noticias del diario La Verdad.

 

44   Papers 75, 2005                                                      Francisco Linares Martínez

 

 

4. Los representantes del Gobierno regional se reúnen (19 de febrero) con la

   dirección local de Peñarroya y le muestran su voluntad de aprobar el pro-

   yecto de Los Blancos III, tras conocer los resultados de los pertinentes estu-

   dios, y aceptan, en su caso, la distancia de 175 metros al linde sur del pue-

   blo como la mínima técnicamente necesaria para garantizar la rentabilidad

   de la explotación.

5. Los vecinos de Llano del Beal se encierran (22 de febrero) en el ayunta-

   miento de Cartagena y posteriormente transmiten al alcalde de la ciudad su

   intención de no aceptar los nuevos acuerdos entre la Administración y la

   empresa minera.

6. Los representantes del gobierno regional se reúnen (24 de febrero) con los

   representantes de los vecinos y se reafirman en los acuerdos a los que éstos

   se remitían (a saber, los alcanzados en la reunión del día ocho de febrero):

   aprobar el plan de labores de 1988, sometido a todos los controles técnicos

   y legales necesarios para garantizar el bienestar del colectivo afectado.

 

Juegos de estrategia en la comarca de Cartagena-La Unión

En esta sección se examina la interacción entre tres de los actores principales de

los acontecimientos: los trabajadores de Peñarroya, los vecinos de Llano del

Beal y el Gobierno regional. Como se verá, resulta evidente que existía una

interacción estratégica entre estos actores. No resulta evidente, sin embargo

que dicha relación estratégica existiera entre aquéllos y Peñarroya. En el caso de

la multinacional, parece existir una disociación entre los intereses de los órga-

nos directivos locales y nacionales (que atendieron diversas mesas negociado-

ras con la intención de superar las dificultades y continuar con la actividad) y

el más alto nivel de dirección (París), principalmente preocupado por la polí-

tica internacional de la empresa11. Más concretamente, cabe presuponer que,

para la dirección de París, la cuestión de la actividad minera en Cartagena-La

Unión se planteaba en términos de racionalidad paramétrica: con indepen-

dencia de los intereses de la dirección local, la decisión de continuar o no se

condicionaba a la evolución de circunstancias consideradas externas. Por tanto,

no se incluye a la empresa como un actor relevante en el análisis de la diná-

mica del conflicto en términos estratégicos12.

    La metodología empleada para analizar este proceso es la construcción y

el escrutinio de las matrices características de la teoría de juegos. Esta aproxi-

mación implica asumir que los actores (o jugadores) son racionales, que saben

que interactúan con otro actor racional, y que conocen sus preferencias y las pre-

 

 

11. Política a la que se ha hecho referencia anteriormente, en el subepígrafe titulado

    «Reestructuración de la empresa».

12. Por lo demás, la aportación de la dirección local a la solución del conflicto es la exigencia de

    continuar la explotación hasta la distancia de 175 metros del linde del pueblo, como única

    vía de mantener los puestos de trabajo, y el compromiso de adoptar las medidas que fueran

    necesarias en el desarrollo de su actividad para causar el menor daño posible a los vecinos.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                            Papers 75, 2005   45

 

 

ferencias del actor con el que están interactuando13. El análisis se fundamen-

ta en el concepto de equilibrio de Nash. Este equilibrio es el resultado que se

alcanza como fruto de un proceso de mutua anticipación de las acciones que

serán elegidas por cada jugador. Dicho proceso termina con la elección por

cada jugador de su mejor respuesta a la acción (anticipada) del otro. Si se cum-

plen las premisas establecidas, las elecciones realizadas deben de confirmar las

expectativas de los jugadores. Dado que el equilibrio es un conjunto de estra-

tegias tal que ningún jugador puede obtener un resultado mejor cambiando

unilateralmente su opción (puesto que su opción fue la mejor respuesta a la

estrategia del otro jugador), se trata, por tanto, de un resultado estable.

 

Interacción entre vecinos y mineros

En la matriz 1 se presenta la interacción entre vecinos y mineros. En ella se

representan las opciones de cada colectivo, que tiene que elegir entre movilizarse

o permanecer pasivo. Cada combinación de acciones produce un resultado

distinto, y cada resultado se ordena de mayor a menor, de manera que se asig-

na el valor arbitrario14 de 4 a la opción más preferida; el de 3, a la segunda

más preferida; el de 2, a la tercera más preferida, y el de 1, a la menos preferi-

da. El número anterior a las comas representa siempre la preferencia del juga-

dor de las filas (en este caso, los trabajadores) y el posterior, la preferencia del

jugador de las columnas (en este caso, los vecinos).

    Recuérdese que las primeras protestas de los vecinos contra el acercamien-

to de la cantera Los Blancos III a su pueblo provocaron que los mineros acu-

diesen a los foros en los que se discutía la continuidad de la explotación mine-

ra y, posteriormente, emprendieran acciones más tenaces en defensa de sus

 

 

Matriz 1. Juego trabajadores-vecinos.

                                                                      Vecinos

                                                       Movilización              Pasividad

 Trabajadores            Movilización                     2,2                      4,1

                         Pasividad                        1,4                       3, 3

 

 

 

13. La construcción de este tipo de matrices no exige una medición cuantitativa del beneficio

    obtenido en cada caso por cada actor, sino tan solo especificar una serie de hipótesis sobre

    las preferencias ordinales (los ordenamientos de preferencias) de cada actor para cada posi-

    ble resultado. Las hipótesis que en adelante se establecen se sostienen en la evidencia empí-

    rica fruto de entrevistas en profundidad y otras fuentes de documentación. Por otra parte,

    como argumenta Becker (1976), un requisito imprescindible (para evitar un razonamien-

    to tautológico) es asumir que estas preferencias son fijas.

14. El valor numérico concreto asignado a cada resultado es irrelevante. Lo importante es el

    orden establecido entre los resultados.

 

46   Papers 75, 2005                                             Francisco Linares Martínez

 

 

puestos de trabajo; por otra parte, las propias movilizaciones de los mineros

dieron lugar a nuevas protestas de los vecinos. Parece, por tanto, que los inte-

reses de cada actor y las expectativas sobre el comportamiento del otro pudie-

ron ser el mecanismo que diera lugar a una dinámica conducente a una espi-

ral de movilizaciones.

    En los términos del entonces presidente del comité de empresa de Peñarroya-

España:

         En este cúmulo de intereses, nosotros teníamos uno primordial, que era la

         defensa de los puestos de trabajo y ahí nos encontrábamos con que, por una

         parte, teníamos que enfrentarnos a lo que es un pueblo, como era el pueblo

         de El Llano, y teníamos que algunas veces hacer algo que [a] la empresa le con-

         venía. Eran intereses creados. El interés de los trabajadores lógicamente, era

         el interés del mantenimiento de puestos de trabajo. El interés de la empresa

         era otro. Pero algunas veces convergían o se unían los dos intereses y eso era

         criticado por cierto sector de la sociedad, y principalmente del pueblo de El

         Llano, porque se criticaba a los representantes de los trabajadores, […] por-

         que no entendían que defendiéramos algo que iba en contra de sus intereses,

         pero nuestro propio interés sí que por lo menos prevalecía.

 

     Y atendiendo al vicepresidente de la asociación de vecinos:

 

         Siempre en el pueblo había…, ha habido siempre, es un pueblo trabajador,

         por supuesto, ha habido un respeto al trabajo. Lo que ocurre es que cuando

         perjudica seriamente los intereses personales de una persona pues entonces ahí

         hay otros principios de libertad o de derechos que están por encima de ese

         derecho [al trabajo] ¿no? Entonces en ese momento la asociación de vecinos

         o el conjunto del pueblo no estaba en contra de los puestos de trabajo pero sí

         estaba en contra de que abrieran esa cantera en las inmediaciones del pueblo,

         con las consecuencias que después determinaron, pero, vamos, que la postura

         nuestra era el oponernos a la cantera en las cercanías del pueblo.

 

   Entendemos que no violentamos esta evidencia si asumimos que cada juga-

dor prefiere:

 

— En primer lugar, ser el único en movilizarse, pues las movilizaciones de los

  vecinos son contraproducentes para los intereses de los mineros, y vice-

  versa.

— En último lugar, ser el único en no movilizarse, pues entonces el otro juga-

  dor sería el único en negociar con la Administración.

 

    Las hipótesis sobre los otros dos posibles resultados son irrelevantes para

el resultado del análisis. Por conveniencia para la exposición asumimos, no

obstante, que en segundo lugar ambos prefieren que nadie se movilice y, por

tanto, en tercer lugar ambos prefieren que los dos se movilicen.

    Con estas hipótesis, la estructura de la interacción entre vecinos y mine-

ros es la del juego conocido como Dilema del Prisionero. Como es sabido, en

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                         Papers 75, 2005   47

 

 

este juego la conjunción de decisiones individualmente racionales produce un

efecto socialmente ineficiente. Cada jugador tiene una estrategia estrictamente

dominante (esto es, una estrategia que siempre es la mejor haga lo que haga el

contrincante)15, a saber, «movilización». Para comprobarlo, nótese que tanto en

el caso de que los vecinos escogieran «movilización» como en el de que esco-

gieran «pasividad», los trabajadores preferirían escoger «movilización» a «pasi-

vidad», puesto que en el primer caso se verifica que 2 > 1, y en el segundo se

verifica que 4 > 3. Un razonamiento análogo explica la elección de los veci-

nos. De esta manera, el equilibrio de este juego (señalado con un asterisco) es

que ambos colectivos se movilizan16.

 

Interacción entre el Gobierno regional y los mineros

En el juego representado en la matriz 2, los mineros pueden elegir, como en

el caso anterior, entre «movilización» y «pasividad», mientras que el Gobierno

regional elige entre no comprometerse a satisfacer las demandas de los trabajado-

res (opción que, por conveniencia de la exposición, se etiqueta como «veci-

nos») y comprometerse a satisfacer las demandas de los trabajadores (opción que,

por conveniencia de la exposición, se etiqueta como «trabajadores»)17.

    Los intereses de los trabajadores en esta interacción pueden apreciarse, cla-

ramente, en la siguiente exposición del entonces secretario regional de mine-

ría de la UGT:

         Nosotros lo que estábamos haciendo presión es para mantener la actividad

         minera […]. No hacíamos ni siquiera mención de los vecinos, nunca. Ahora

         bien, nosotros cuando la Administración nos decía: «hombre, es que los veci-

 

 

 

Matriz 2. Juego gobierno regional-trabajadores.

                                                                  Trabajadores

                                                       Movilización          Pasividad

 Gobierno regional              Vecinos                   1,2                  3,1

                                Trabajadores               2,3                      4,4

 

 

 

 

15. Para una definición más rigurosa, consúltese cualquier manual de teoría de juegos; por

    ejemplo, Gibbons (1993).

16. Alterando las relaciones de orden sobre la segunda y la tercera preferencias, no se cambia-

    ría la conclusión de que movilización es una estrategia dominante, pero sí la de que el resul-

    tado de este juego es subóptimo. Ello, no obstante, es secundario para el análisis conjunto

    de todas las interacciones, como se verá más adelante.

17. Dicha conveniencia, por lo demás, refleja el carácter de «suma cero» que, a los ojos del

    espectador y probablemente de algunos protagonistas, parecía mostrar el conflicto.

 

48   Papers 75, 2005                                              Francisco Linares Martínez

 

 

         nos dicen que se les caen no sé qué, que se le cae…», mire usted, vamos a reu-

         nirnos, a ver si es verdad, vamos a buscar soluciones, y yo entiendo que si noso-

         tros, desde el principio, los vecinos demuestran que se sienten tal, pues ten-

         dremos que reconocer nosotros mismos que no podemos continuar, pero si

         eso no es así, nosotros lo que exigimos a ustedes es que le hagan ver a los veci-

         nos que hay que continuar, porque de ahí está la supervivencia de más de mil

         quinientas personas.

 

    Por otra parte, las preferencias del Gobierno regional se desprenden de las

palabras del entonces presidente de la Región de Murcia:

 

         Allí estábamos todos a favor de resolver el problema. Y estábamos en un dile-

         ma, evidentemente. Porque, por un lado, […] estaban los trabajadores, la

         empresa con su… Yo ya me hago abstracción de la…, como muchas veces

         hacíamos abstracción, de la legalidad que amparaba a la empresa. A nosotros

         nos preocupaban los quinientos trabajadores. ¿Sabe el potencial explosivo que

         suponía la liquidación de quinientos trabajadores en una zona ya deprimida

         [como La Unión]? Entonces esto nos angustiaba, por un lado. Por otro lado,

         también nos angustiaba el tinglado que tenían montado los del Llano del Beal,

         con su caseta aquella… «la cabaña».

 

     En concreto, asumiremos que el Gobierno regional prefiere:

— En primer lugar, comprometerse a satisfacer las demandas de los trabaja-

  dores y que éstos no se movilicen.

— En último lugar, no comprometerse a satisfacer las demandas de los tra-

  bajadores y que éstos se movilicen.

   Las hipótesis sobre las dos opciones intermedias, como en el caso anterior,

son irrelevantes para el resultado final del análisis, aunque asumiremos que

prefiere la opción en la que los trabajadores no se movilizan (y no existe com-

promiso) antes que la opción en la que sí se movilizan.

   Respecto a los trabajadores, asumimos que prefieren:

— En primer lugar, que el Gobierno regional se comprometa a satisfacer sus

  demandas y no (tener que) movilizarse.

— En último lugar, que el Gobierno regional no se comprometa a satisfacer sus

  demandas y permanecer pasivos.

   En este caso, las opciones segunda y tercera sí son relevantes para el resul-

tado del análisis; no obstante, las preferencias son obvias:

— En segundo lugar, que el gobierno regional se comprometa a satisfacer sus

  demandas y movilizarse.

— En tercer lugar, que el gobierno regional no se comprometa a satisfacer sus

  demandas y movilizarse.

    Así, las preferencias del gobierno regional muestran un mayor interés por

satisfacer la exigencia de garantizar los puestos de trabajo que por las reivin-

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                            Papers 75, 2005    49

 

 

dicaciones de los vecinos. De esta forma, «trabajadores» es la estrategia domi-

nante del Gobierno regional en este juego. En el caso de los mineros, no exis-

te una estrategia dominante, sino que éstos prefieren «movilización» en el caso

de que aquél elija «vecinos» (puesto que 2 > 1), y «pasividad» en el caso de que

elija «trabajadores» (puesto que 4 > 3). En consecuencia, el juego tiene un

único equilibrio en el que el Gobierno regional elige comprometerse a satis-

facer las demandas de los trabajadores y éstos eligen no movilizarse, con lo que

ambos jugadores obtienen el mejor resultado posible18.

 

Interacción entre el Gobierno regional y los vecinos

En el juego representado en la matriz 3 los vecinos tienen la oportunidad de

escoger entre «movilización» y «pasividad». El Gobierno regional en esta oca-

sión debe de escoger entre comprometerse a satisfacer las demandas de los vecinos

(que, por conveniencia, etiquetamos «vecinos») o no comprometerse a satisfa-

cer las demandas de los vecinos (que, por conveniencia, etiquetamos «trabaja-

dores»)19.

    La situación se plantea desde el punto de vista del Gobierno regional, aten-

diendo a las palabras de su presidente, del siguiente modo:

         [Era] una posición muy incómoda la de la Administración. Y al final ¿qué es

         lo que busca la Administración? El diálogo. Vamos a tratar de llegar a un acuer-

         do de que la empresa pueda trabajar, de que se le exija a la empresa determinadas

 

 

Matriz 3. Juego gobierno regional-vecinos.

                                                                         Vecinos

                                                        Movilización                 Pasividad

 Gobierno regional              Vecinos                    2,3                         3,4

                                Trabajadores                 1,2                        4,1

 

 

 

18. Se podría sugerir un ordenamiento de preferencias alternativo en el que las dos primeras pre-

    ferencias de los trabajadores se mantienen y las dos últimas se invierten, en comparación con

    el ranking propuesto. Esta alteración no produciría ningún cambio en el resultado del análi-

    sis del juego de la matriz 2 (el equilibrio seguiría siendo el mismo), pero sí alteraría la lógica

    global del análisis propuesto en el conjunto del artículo. Una mente suspicaz podría argu-

    mentar que los números se han escogido de tal forma que se produzca un resultado premeditado.

    Lo que el autor defiende, sin embargo, es que los ordenamientos de preferencias propuestos

    «tienen sentido» desde el punto de vista de los motivos de los actores y, además, responden a

    la evidencia empírica. No sólo parece difícil argumentar con sentido que «pasividad» era la

    estrategia dominante de los trabajadores (y, en el caso de la matriz 3 —más adelante— de los

    vecinos), sino que además los hechos desmienten dicha hipótesis.

19. Nótese que las etiquetas de las estrategias del Gobierno regional en las matrices 2 y 3 no

    significan exactamente lo mismo.

 

50   Papers 75, 2005                                                   Francisco Linares Martínez

 

 

         condiciones de ese trabajo, cómo tiene que hacer ese trabajo, y por tanto que

         se mantengan los puestos de trabajo, y luego vamos a ver de molestar lo míni-

         mo a estos señores de Llano del Beal que tienen razón [en] que se les molesta,

         ¿no?

 

   Mientras que para los vecinos la situación es bien distinta, ya que, según

uno de los vocales de su asociación:

         La sensación más bien era de estar desasistidos […]. O sea, decir, no tenemos

         un ayuntamiento que sea nuestro ayuntamiento, no tenemos una adminis-

         tración que sea nuestra administración. Vemos a la Administración al servicio

         de la empresa, descaradamente. Descaradamente firmaban pactos entre la

         empresa y la Administración sin contar para nada con nosotros, que además eran

         absolutamente irrealizables, se intentaba buscar cancamanganas y caminos

         legales para llevarnos al huerto, se intentaba desacreditarnos por vía de medios

         de comunicación en vez de buscar puntos de contacto y puntos de conexión,

         cuando además lo más triste es que nosotros teníamos la voluntad de diálogo,

         y una voluntad manifiesta y expresa.

 

     Asumimos que el Gobierno regional prefiere:

 

— En primer lugar, que los vecinos no se movilicen y no comprometerse a

  satisfacer sus demandas.

— En último lugar, que los vecinos se movilicen y no comprometerse a satis-

  facer sus demandas.

 

    Las preferencias intermedias, una vez más, son irrelevantes para el resulta-

do del análisis, pero, en cualquier caso, asumiremos que prefiere, en segundo

lugar, que los vecinos no se movilicen y comprometerse a satisfacer sus deman-

das y, en tercer lugar, que los vecinos sí se movilicen a pesar de que se com-

promete a satisfacer sus demandas

    Entendemos que estas cuatro hipótesis reflejan la evidencia de que: pri-

mero, el Gobierno regional se hallaba más preocupado por el problema de los

trabajadores que por el de los vecinos; segundo, no obstante, también era sen-

sible al problema de los vecinos; tercero, la preocupación por ambos proble-

mas se hallaba sometida a una tensión interna, puesto que, llevadas hasta sus

últimas consecuencias, las demandas de ambos colectivos encerraban un carác-

ter de suma cero: o se explota la cantera (y se molesta a los vecinos en alguna

medida) o se deja de explotar la cantera (y se despide a los trabajadores)20.

 

 

20. Las hipótesis en las que se sostiene este ordenamiento de preferencias son especialmente

    importantes, porque de ellas depende el resultado global del análisis. Un ordenamiento en

    el que se asignara el máximo valor a la opción «vecinos-pasividad» (VP) sería incoherente con

    la hipótesis, sostenida en el epígrafe anterior, de que para el Gobierno regional era más

    importante el problema del mantenimiento de los puestos de trabajo que las reivindica-

    ciones de los vecinos. Por tanto, el valor más alto debe de asignarse a la opción «trabajado-

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                         Papers 75, 2005   51

 

 

    Con respecto a los vecinos, asumimos que tiene un ordenamiento análogo

al de los trabajadores21, ya que se prefiere:

 

— En primer lugar, que el Gobierno regional se comprometa a satisfacer sus

  demandas y no movilizarse.

— En segundo lugar, que el Gobierno regional se comprometa a satisfacer sus

  demandas y movilizarse.

— En tercer lugar, que el Gobierno regional no se comprometa a satisfacer

  sus demandas y movilizarse.

— En cuarto lugar, que el Gobierno regional no se comprometa a satisfacer

  sus demandas y no movilizarse.

 

    El juego entre el Gobierno regional y los vecinos ofrece una dificultad no

presente en los anteriores: no existe ningún par de acciones que sean mutuas

mejores respuestas y, por tanto, determinen un equilibrio estable. Si el Gobierno

regional decide no comprometerse, los vecinos prefieren movilizarse (porque

2 > 1), y si el Gobierno regional decide comprometerse, los vecinos eligen no

movilizarse (porque (4 > 3); en este último caso, sin embargo, el gobierno regio-

nal prefiere no comprometerse antes que comprometerse (porque 4 > 3). Es

decir, en el caso del Gobierno regional, la estrategia «vecinos» se prefiere a «tra-

bajadores» si, y sólo si, los vecinos eligen «movilización»; pero éstos prefieren

la estrategia «movilización» a «pasividad» si, y sólo si, aquél elige «trabajadores».

    Ello no significa que el juego no tenga un equilibrio, sino que para cada

uno de los jugadores la opción óptima no es elegir siempre la misma acción, sino

elegir cada acción con frecuencias distintas. La distribución de frecuencias rela-

tivas asignadas a cada acción se denomina «estrategia mixta». Un conjunto de

distribuciones de frecuencia, una para cada jugador, tal que cada una es la

mejor respuesta a la distribución de frecuencias elegida por el otro jugador, es

un equilibrio en estrategias mixtas. Ello implica que la estrategia mixta de equi-

librio de cada jugador sea la distribución de probabilidad que hace que el otro

jugador sea indiferente entre sus dos opciones22.

    En el caso de la matriz 3, asignamos la incógnita q a la probabilidad con

la que el Gobierno regional escogerá «vecinos»; (1 – q) es, por tanto, la pro-

 

 

    res-pasividad« (TP). La segunda preferencia, sin embargo, debe de ser VP, ya que, si fuera

    «trabajadores-movilización» (TM), el Gobierno regional tendría una estrategia dominan-

    te: elegir trabajadores, hicieran lo que hicieran los vecinos. Ello implicaría una absoluta

    falta de sensibilidad hacia las reivindicaciones de los vecinos, lo que es contradictorio con

    la evidencia empírica. En cuanto a las dos últimas preferencias, si asumimos que el gobier-

    no regional prefiere TM a VM, entonces de nuevo la estrategia «trabajadores» sería domi-

    nante, y el juego construido con las preferencias de los vecinos (explicitadas más adelante)

    terminaría con el equilibrio, en este caso subóptimo, TM.

21. Se aplican aquí, por tanto, argumentos similares a los expuestos en la nota número 16, refe-

    rida al ordenamiento de preferencias de los trabajadores.

22. Una exposición más precisa puede hallarse en cualquier manual introductorio a la teoría

    de juegos. Véase, por ejemplo, Gibbons (1993).

 

52   Papers 75, 2005                                          Francisco Linares Martínez

 

 

babilidad con la que escogerá «trabajadores». Y asignamos la incógnita r a la

probabilidad con la que los vecinos escogerán «movilización»; (1 – r) es, por

tanto, la probabilidad con la que escogerán «pasividad». En equilibrio, el

Gobierno regional escogerá «vecinos» con una probabilidad q*, y los vecinos

escogerán «movilización» con una probabilidad r*. Aunque el espacio de este

artículo nos impide analizar el juego con más detalle, es fácil demostrar que

q* será tanto menor cuanto mayor sea la diferencia entre los valores asignados

a lo que los vecinos ganen eligiendo «pasividad» y eligiendo «movilización»,

cuando el Gobierno regional elige «vecinos». Y que r* será tanto menor cuan-

to mayor sea la diferencia entre los valores asignados a lo que el Gobierno

regional gane eligiendo «vecinos» y eligiendo «trabajadores», cuando los veci-

nos eligen «movilización». En cualquier caso, sea el que fuere el valor de estas

incógnitas, este equilibrio siempre exige algún grado de movilización por parte

de los vecinos y algún grado de compromiso para satisfacer sus demandas por

parte del Gobierno regional.

 

Interacción a tres bandas

En resumen, por una parte, en el caso del juego entre el Gobierno regional y

los mineros las estrategias de equilibrio son «trabajadores» (es decir, compro-

meterse a satisfacer las demandas de los mineros) y «pasividad». Por otra parte,

sin embargo, el par de estrategias mutuamente óptimas del juego entre aquél

y los vecinos implican algún grado de movilización por parte de éstos y algún

grado de compromiso con éstos por parte de aquél. Esto significa que, en tanto

en cuanto el Gobierno regional no puede eludir jugar ambos juegos, le es impo-

sible tomar una decisión que sea globalmente óptima.

    Así, si elige su estrategia de equilibrio del juego con los trabajadores, enton-

ces para los vecinos será óptimo elegir una probabilidad de movilización

r > r* > 0. Pero al mismo tiempo si el Gobierno regional elige q*, con el fin

de mantener r = r*, entonces se desvía de su equilibrio del juego con los tra-

bajadores (puesto que q* > 0), y se desplaza en la matriz 2 de la celda («traba-

jadores», «pasividad»), con pagos (4,4), a la celda («vecinos», «pasividad»), con

pagos (3,1). Esto, a su vez, produciría un cambio en la elección de los mineros

de «pasividad» a «movilización», ya que, cuando el Gobierno regional elige

«vecinos» (es decir, no comprometerse a satisfacer las demandas de los mineros),

la segunda estrategia les reporta una utilidad mayor (2 > 1). En esta situación,

el Gobierno regional se hallaría en el peor de los casos posibles (1 < 3), por lo

que tendría que volver a escoger «trabajadores» (a lo cual los mineros reaccio-

narían volviendo a la posición inicial de equilibrio). Sin embargo, esta última

elección desencadenaría una nueva escalada de movilizaciones por parte de los

vecinos, con lo cual volvería a reproducirse el ciclo descrito. Por lo tanto, debe

concluirse que el problema planteado en los eclécticos términos elegidos por el

Gobierno regional era irresoluble.

    La dinámica del conflicto, representada en el diagrama 1, puede sinteti-

zarse en los siguientes puntos:

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                 Papers 75, 2005   53

 

 

                   Movilización                        Gobierno regional

                     de los                             comprometido

                    vecinos                             con los vecinos

 

 

 

 

                   Movilización                        Gobierno regional

                     de los                             comprometido

                    mineros                             con los mineros

 

 

Diagrama 1. Dinámica interactiva.

 

— Un proceso de retroalimentación entre las movilizaciones de los vecinos y

  las movilizaciones de los mineros.

— La movilización de cada colectivo producía, así mismo, una respuesta del

  Gobierno regional en que mostraba su sensibilidad hacia los intereses

  del colectivo.

— El compromiso del Gobierno regional con una de las partes retroalimentaba

  la movilización de la otra parte.

 

    Este modelo del conflicto resulta coherente con la evidencia empírica mos-

trada sobre los acontecimientos de enero y febrero de 1988:

 

1. Los vecinos de Llano del Beal siempre se hallaban en algún grado, varia-

   ble, de movilización, como muestra el hecho de que establecieran turnos

   de vigilancia que se sucedieron de manera ininterrumpida desde comien-

   zos de enero de 1988.

2. El Gobierno regional se mostró sensible desde el comienzo a las deman-

   das de los vecinos y exigió a la empresa minera un mayor control de la segu-

   ridad de sus labores, así como un estudio de mecánica de rocas y vibracio-

   nes para conocer su posible impacto sobre el pueblo.

3. Los trabajadores comenzaron sus movilizaciones tan pronto percibieron

   que las demandas de los vecinos podían poner en peligro la continuidad

   de sus puestos de trabajo.

4. El Gobierno regional también se mostró especialmente sensible a las pri-

   meras movilizaciones de los mineros, como muestra su pronta respuesta al

   encierro de éstos en la mina de San Rafael, iniciado el día diecisiete de

   febrero y finalizado cuatro días más tarde, tras un acuerdo entre el comité

   de empresa y la propia Administración.

5. Los acuerdos de la Administración con los trabajadores, a su vez, desenca-

   denaron mayores movilizaciones de los vecinos; en concreto, el encierro

   en el Ayuntamiento de Cartagena, el día veintidós del mismo mes.

 

54   Papers 75, 2005                                                   Francisco Linares Martínez

 

 

El desenlace del conflicto: la venta de los activos de Peñarroya

Una vez transcurridos los acontecimientos de enero y febrero de 1988, el

Consejero de Economía e Industria defendía las gestiones de su departamen-

to ante la Comisión de Política Sectorial de la Asamblea Regional de Murcia en

los siguientes términos:

         Hemos llegado a un, digamos, preacuerdo con la empresa que era quizá el ele-

         mento más difícil de todo esto y me da la impresión de que, de cara a la opi-

         nión pública, pues se ha infravalorado la importancia, por así decir, de la reunión

         con la empresa en la que de un planteamiento inicial de llegar a dentro del pue-

         blo a que en la actualidad ha firmado un documento en el que se compromete

         a garantizar los puestos de trabajo y la explotación viable económicamente, fijan-

         do como mínimo una distancia de ciento setenta y cinco metros.

             […] Yo tengo el pleno convencimiento de que sí van a acometer la explo-

         tación de este mineral, salvo que sucedan otras cosas, que esto siempre es futu-

         rible y que cualquiera sabe qué es lo que puede ocurrir23.

 

    Aproximadamente un mes y medio más tarde de los acontecimientos des-

critos, el catorce de abril de 1988, se sometió a votación en la Asamblea Regional

el dictamen de la Comisión de Política Sectorial en relación con la apertura

de la cantera Los Blancos III, elaborado por los diputados miembros de dicha

comisión a petición de escrito de catorce de octubre de 1987 de la asociación

de los vecinos de Llano del Beal. En dicho dictamen se lee:

         De las comparecencias de todas las partes implicadas, y con los datos aporta-

         dos, se ha podido deducir la conveniencia de la explotación de la cantera Los

         Blancos III para el mantenimiento de los puestos de trabajo de Peñarroya-

         España, S. A., pero haciéndolo en las mejores condiciones posibles para sal-

         vaguardar los intereses de los habitantes de El Llano del Beal, en cuanto a la

         mejora de su calidad de vida y la seguridad de su pueblo24.

 

    La aprobación de este dictamen por la mayoría absoluta de los diputados del

parlamento regional produjo una violenta reacción por parte de los vecinos,

que esperaban en las puertas de la Asamblea Regional25 y que, una vez en Llano

del Beal, decidieron cortar el acceso a la cantera, a fin de impedir el desarrollo

de las labores mineras. La reacción de la dirección de Peñarroya ante esta nueva

parada de la producción se recoge en las siguientes declaraciones del entonces

presidente de su comité de empresa:

 

 

23. Comparecencia del Sr. consejero de Economía e Industria ante la Comisión de Política

    Sectorial de la Asamblea Regional de Murcia, 21/3/1988, p. 93 y s.

24. Dictamen de la Comisión de Política Sectorial, en relación con la apertura de la cantera

    Blancos III, en el Llano del Beal, por la Sociedad Minero-Metalúrgica Peñarroya-España, S.A.,

    Boletín Oficial de la Asamblea Regional de Murcia, II Legislatura, n.º 45, 20/4/1988,

    p. 1232-1234.

25. La Verdad, 15/4/1988.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                  Papers 75, 2005   55

 

 

         Me acuerdo que me llaman ese día a las seis de la mañana a casa, el secretario

         del comité […], en el que había un problema de que Peñarroya decía que cerra-

         ba. Entonces tenemos una reunión urgente, en las propias dependencias de la

         empresa, en que nos dice la dirección que los vecinos habían cortado el acce-

         so a Los Blancos III, no podíamos trabajar, con lo cual esa situación ya no se

         podía mantener, y que ellos presentaban un cierre patronal.

 

    En este escenario los trabajadores decidieron cortar con sus máquinas diver-

sas carreteras regionales y nacionales, lo que produjo una situación de caos tal

que el entonces Delegado del Gobierno en Murcia optó por enviar efectivos de

la Guardia Civil para desalojar a los vecinos de las pistas mineras, eliminando así

el obstáculo que impedía que la empresa continuara con su producción. No

obstante, quince días más tarde, el tres de mayo de 1988, el nuevo director

general de Peñarroya-España anunciaba al comité de empresa la decisión de

vender la explotación: «hay que salvar lo salvable y silicatos no es salvable»26.

 

Algunas características resaltables del proceso de interacción

Desconfianza de las partes en conflicto hacia el mediador

Un sobresaliente rasgo común de las correspondientes definiciones de la realidad

de las partes en litigio —trabajadores y vecinos— es la desconfianza hacia el

mediador. Efectivamente, en cada uno de los colectivos es posible percibir una

arraigada sospecha de que el mediador se halla al servicio de la otra parte. Así

se desprende, por ejemplo, del relato del entonces secretario regional de mine-

ría de UGT:

         Nuestras reivindicaciones, nuestras presiones, terminaban siempre en una reu-

         nión con la Administración. Y [en] esas reuniones con la Administración, siem-

         pre ellos manifestaban de que la mina pues tenía que continuar, lo único que

         pasa es que nunca han sido capaces de hacerle entender o hacerle ver a los veci-

         nos de que la mejor solución era esa. Y me da la impresión que había políticos

         que decían a los vecinos: «no preocuparos que vamos a decir a los mineros que

         siguen pero vosotros ya sabéis que, diga lo que diga la prensa, no va a seguir».

 

    Impresión muy similar a la recogida en la siguiente declaración de uno de

los vocales de la asociación de vecinos:

         Nosotros con la Administración teníamos una gran desconfianza, con toda la

         Administración. Con la Administración, con el Gobierno regional, o sea, con

         todo el mundo. Sabíamos que no teníamos…, nosotros los considerábamos

         que no eran…, eran nuestros enemigos, o sea que estaban enfrente de nosotros.

         O sea que no teníamos de la Administración la defensa que creíamos que

         teníamos que tener […]. O sea que ellos pertenecían… estaban cerca de la

         empresa y nosotros pues, bueno, éramos los que estábamos protestando.

 

 

26. La Verdad, 4 /5/1988.

 

56   Papers 75, 2005                                                 Francisco Linares Martínez

 

 

    Cualesquiera que fueran las fuentes endógenas de la desconfianza de los

colectivos, lo que interesa resaltar es que ésta tiene también una fuente exóge-

na, a saber, la propia estructura del conflicto, cuyo efecto multiplicador de las

movilizaciones de unos y otros no sólo tiene la consecuencia de elevar el grado

de tensión, sino que, lo que resulta de especial trascendencia para el punto que

nos ocupa, obliga a la Administración regional a posicionarse públicamente

sobre las exigencias del colectivo que en cada momento es protagonista de las

movilizaciones, de manera tal que, al sucederse éstas periódicamente, se gene-

ra a los ojos de ambos una imagen contradictoria de los intereses defendidos por

la misma Administración.

    Esta sensación de traición acompañó a los vecinos de Llano del Beal duran-

te toda la crisis. Ni que decir tiene que si la posibilidad de que se hallara una

solución al conflicto dependía de la desmovilización de los vecinos de Llano

del Beal, y esto a su vez dependía de una negociación exitosa entre los mismos

y el Gobierno regional27, no es difícil comprender que la desconfianza de los

vecinos hacia las intenciones de aquél lastraba las posibilidades de entendi-

miento. En este sentido, resulta ilustrativo el siguiente extracto del diario de

uno de los vecinos del pueblo (Urrea, 1992), posteriormente publicado por la

propia asociación:

         Muchas familias hacen preparativos para pasar esta noche tan significativa en

         la Cabaña, el recuerdo y la obligación no se olvida, hasta que haya algún gober-

         nante que tenga dignidad y confirme que la cantera Los Blancos III está com-

         pletamente anulada. (24/12/1988)

 

Consecuencias no intencionadas

Atendiendo al análisis anterior, ¿qué consecuencias se derivan de la moviliza-

ción emprendida por cada uno de los colectivos para defender sus intereses?

En primer lugar, cada colectivo, como ya se ha repetido, contribuía con su

movilización a una espiral de tensión. En segundo lugar, esta dinámica, que

suscitaba continuas reacciones de la Administración, producía también (como

se acaba de mostrar) una gran sospecha hacia los intereses del mediador por

parte de ambos, lo que hacía más difícil llegar a un acuerdo. Cada moviliza-

ción, finalmente, tenía el efecto de «atar las manos» de la Administración en su

negociación con el otro colectivo, entorpeciendo así la solución del conflicto

a través de cauces negociadores. En definitiva, cada colectivo emprendiendo

acciones reivindicativas para la defensa de sus intereses, generaba efectos con-

traproducentes para sus propios intereses.

    Esta conclusión tiene especial relevancia en el caso de los mineros. Sin

duda, no es posible conocer qué es lo que hubiera ocurrido si los trabajadores

no se hubieran movilizado; pero sí parece posible conjeturar que, hasta donde

los argumentos esbozados anteriormente sean plausibles, su movilización con-

 

27. Es imprescindible recalcar el carácter meramente hipotético de estas afirmaciones.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                      Papers 75, 2005   57

 

 

tribuyó a generar una situación en la que ciertamente se ponía en entredicho

la viabilidad de sus puestos de trabajo. En la medida en que ello fue así, el

resultado de la movilización de los trabajadores es ciertamente paradójico.

Asistimos, por tanto, a la emergencia de una consecuencia inintencionada de

un signo perverso con relación a sus intereses, así como a los de la

Administración (en tanto en cuanto, para ella, el principal problema a resolver

fuera el de los puestos de trabajo): a diferencia de las consecuencias ininten-

cionadas producto de la «mano invisible» de A. Smith (mecanismo por el que,

como es sabido, la ciega persecución de los propios intereses tiene un efecto

redundante sobre la consecución de los intereses de los demás), en este caso

parece operar una «mano negra» que hace que la ciega persecución de los pro-

pios intereses tenga, efectivamente, un efecto positivo sobre los intereses de

los demás (en este caso, los vecinos), pero a expensas de un inesperado sacrifi-

cio de los intereses propios.

 

Juegos de dos niveles

En su análisis de Lógica y sociedad, J. Elster (1994) traza una sutil distinción

entre los conceptos de contrafinalidad y suboptimalidad28. Ambos fenómenos

presuponen (como en nuestro análisis) actores racionales; y ambos fenómenos

tienen el mismo efecto: producen consecuencias contraproducentes para los

actores. Pero en cada caso esa consecuencia tiene un origen distinto: en el pri-

mer caso, los actores desconocen las características del juego, mientras que en

el segundo el conocimiento de las mismas conduce a un efecto perverso.

Tomando como ejemplo el Dilema del Prisionero (matriz 1), podría ejempli-

ficarse la distinción diciendo que el resultado contraproducente (la espiral de

movilizaciones) es un caso de contrafinalidad si los colectivos deciden movi-

lizarse sin ser conscientes de la verdadera naturaleza del conflicto (es decir, pen-

sando que serán los únicos en movilizarse), y se trata de un caso de subopti-

malidad si los colectivos deciden movilizarse a pesar de ser conscientes de la

verdadera naturaleza del conflicto (es decir, para no ser los únicos en no movi-

lizarse).

    No creemos, sin embargo, que las consecuencias perversas del conflicto se

correspondan ni con un caso de contrafinalidad ni con un caso de subopti-

malidad. La razón es que en nuestro análisis presuponemos, por una parte,

que los actores conocen el juego al que estaban jugando en cada momento,

pero, por otra parte, juegan distintos juegos con distintos actores. Es decir, el

resultado final del proceso no es el equilibrio de Nash de un juego de tres juga-

dores, sino el fruto de un complejo sistema de interacciones en el que se con-

 

28. Existen diversas clasificaciones de consecuencias inintencionadas. Algunas de estas clasi-

    ficaciones constituyen una tipología (quasi)exhaustiva, pero no tienen valor explicativo

    (e. g. Baert, 1991). Otras no pretenden ser exhaustivas y hacen énfasis en los elementos

    explicativos (e. g. Merton, 1936). Nuestras propias reflexiones pueden hallarse en Linares

    (2003).

 

58   Papers 75, 2005                                                  Francisco Linares Martínez

 

 

catenan cíclicamente diversos puntos de equilibrio. Esta aproximación más

compleja puede abordarse analíticamente empleando el concepto de «juego

de dos niveles» desarrollado por R. Putnam (1988).

    Haciendo una analogía con el análisis de Putnam29, un mediador (en nues-

tro caso, el Gobierno regional) desarrolla una doble negociación, una con cada

parte. Se define como «conjunto ganador» (win set), el conjunto de posibles

acuerdos que el mediador puede alcanzar con una de las partes y que, además,

serían aprobados también por la otra parte. En el caso que nos atañe, pode-

mos denominar V al conjunto de acuerdos posibles con los vecinos que serían

aprobados (también) por los trabajadores, y podemos denominar T al con-

junto de acuerdos posibles con los trabajadores que serían aprobados (tam-

bién) por los vecinos. Un acuerdo global requiere que V y T se solapen en

alguna medida. Por tanto, cuanto mayores sean V y T mayores serán las posi-

bilidades de un acuerdo. Ahora bien, paradójicamente, un «conjunto gana-

dor» pequeño de una de las partes podría dar ventaja a esa parte, pues el

mediador, en la otra mesa negociadora, tendría que argumentar que tiene «las

manos atadas». Al mismo tiempo, a nadie se le escapa que si V y T son dema-

siado pequeños probablemente no se solapen nunca: el Gobierno regional ten-

drá ambas manos atadas y nunca se producirá el acuerdo global.

    Así, por ejemplo, tras conocer el resultado de la reunión del diecinueve de

febrero de 1988, bajo la presión del encierro de los mineros, entre la empresa

y la Administración (en la que ésta última manifiesta la voluntad de aprobar el

proyecto de Los Blancos III fijando la distancia mínima de 175 metros al pue-

blo), los vecinos, en un comunicado firmado por el presidente de su asocia-

ción, muestran su desconcierto ante «la fijación con carácter previo a los estu-

dios y a los pronunciamientos legales, la fijación de una distancia arbitraria

que sólo depende de la situación del filón de mineral», concluyendo: «nos

manifestamos en contra de dicho acuerdo que contradice la voluntad que la

Administración expuso en la reunión de las partes implicadas el ocho de febre-

ro pasado»30.

    Esta situación, sin duda, podría ser concebida de manera simplificada como

un único juego de tres jugadores con un equilibrio subóptimo (al menos para

dos de ellos); esto es, como si los tres jugadores se sentaran simultáneamente en

una única mesa de negociación. En tal caso, las consecuencias inintenciona-

das constituirían un ejemplo de suboptimalidad (como en el Dilema del

Prisionero), y serían fácilmente predecibles, bajo la presunción propia de la

teoría de juegos de que existe un «conocimiento común» de las características

de la interacción, de tal forma que cada jugador es capaz de anticipar correc-

tamente las acciones de los otros. No obstante, ello no haría justicia a la com-

plejidad del caso y se perderían características importantes de la interacción

(especialmente su carácter cíclico, fruto de un proceso de retroalimentación).

 

29. Putnam desarrolló el concepto de juego de dos niveles para analizar las relaciones entre la

    arena política internacional y la arena política doméstica.

30. La Verdad, 21/2/1988.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                       Papers 75, 2005   59

 

 

En el caso de un juego de varios niveles como el que se ha propuesto en este

artículo, sin embargo, la presunción de conocimiento común se restringe a

cada uno de los juegos (es decir, se presume que cada jugador decide aten-

diendo al conocimiento de las características del juego que en ese momento

está jugando) y las consecuencias inintencionadas, por tanto, son fruto de la

combinación de diversas estrategias emprendidas en distintas mesas negociadoras

y resultan, por ello mismo, difícilmente previsibles31 para los actores.

 

¿Un modelo generalizable?

A pesar de la particularidad del conflicto estudiado, cabe preguntarse qué ras-

gos tiene que sean susceptibles de generalización y apuntar hacia un posible

modelo que pudiera emplearse para estudiar otros casos. Haciendo abstrac-

ción del contenido empírico concreto, pensemos en la relación entre dos par-

tes en conflicto (A y B) y un mediador, tal que:

1. A y B prefieren, en primer lugar, ser las únicas en negociar con el mediador

   y, en último lugar, ser las únicas en no negociar con el mediador.

2. A y B prefieren que el mediador se comprometa a satisfacer sus demandas

   a que no se comprometa. En el primer caso, prefieren no movilizarse a

   movilizarse, y en el segundo, prefieren movilizarse a no movilizarse.

3. El mediador es más sensible a las demandas de uno de los dos (digamos A),

   pero no es absolutamente insensible a las demandas del otro (digamos B). En

   cualquier caso, prefiere que los colectivos no se movilicen a que sí lo hagan.

   Estas hipótesis sobre las motivaciones plausiblemente pueden conducir,

como en el caso de la crisis de la comarca minera de Cartagena-La Unión, a

un tipo de proceso caracterizado por la aparición de efectos perversos. Dicho

proceso, además, mostraría muchos de los rasgos de la formalización recien-

temente propuesta por Cristiano (2001: 164)32:

a) Ninguno de los participantes se propuso, a nivel de conciencia discursiva,

   producir el resultado.

b) Ninguno conoce, a nivel de conciencia discursiva, los mecanismos especí-

   ficos de su producción.

c) Todos los participantes tienen «razones» (a nivel de conciencia discursiva,

   conciencia práctica) o motivaciones para actuar como lo hacen.

d) Cada uno aporta, en proporción diversa según sus recursos, a la produc-

   ción del resultado.

e) El resultado es opuesto a lo pretendido (a nivel de «conciencia práctica» o

   «discursiva») por al menos una parte de los participantes.

 

 

31. Hemos tratado esta cuestión con mayor profundidad en Linares (2003).

32. Se ha excluido de la lista de Cristiano las afirmaciones de que ninguno conoce «el resulta-

    do que se produce» y «ninguno puede, con el sólo expediente de abstenerse de actuar, impe-

    dir la producción del resultado».

 

60   Papers 75, 2005                                             Francisco Linares Martínez

 

 

f ) El proceso no tiene la forma lineal y cerrada de un conjunto de acciones

    seguidas por un resultado; es el resultado progresivo de diversas acciones, cada

    una de las cuales ratifica y fortalece la dirección del proceso.

g) Las acciones de los participantes tienen un grado importante de fijeza e

    institucionalidad, por lo cual,

h) La evitación del efecto implica alterar, junto con las acciones, algunos de los

    intereses.

 

Postescripto para curiosos: ¿cómo finalizó la crisis de la minería

de la comarca de Cartagena-La Unión?

La incógnita del comprador de Peñarroya se despejó en septiembre de 1988

con el siguiente comunicado:

         La Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya-España, titular de las minas,

         empeñada en garantizar el empleo de sus trabajadores, después de realizar estu-

         dios profundos de la situación, ha llegado a la convicción de que ello exige,

         además de mantener la mina en explotación el tiempo posible, promover en

         otros sectores actividades complementarias capaces de generar puestos de tra-

         bajo. Tras estudiar las posibles opciones de compra, Peñarroya-España ha lle-

         gado a un acuerdo con Portmán S.A. […] que adquiriendo la totalidad de los

         elementos patrimoniales de las minas y en perfecta sincronización con la acti-

         vidad minera, desarrollará los negocios alternativos referidos33.

 

     Tales negocios alternativos no eran otros que los de la construcción, apro-

vechando el amplísimo coto minero, susceptible de explotación turística, ven-

dido por Peñarroya-España. El mantenimiento de los puestos de trabajo, no

obstante, seguía dependiendo de la posibilidad de explotar Los Blancos III.

Tras diversas vicisitudes difícilmente resumibles (Linares, 2000, 2001), nunca

se llevaron a efecto los proyectos urbanísticos y, en cuanto a la actividad mine-

ra, a pesar de construirse un nuevo lavadero que evitaba los vertidos al mar, se

le puso punto y final en 1991 con el despido de 303 trabajadores.

 

 

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33. La Verdad, 21/9/1988.

 

Juegos de estrategia y consecuencias inintencionadas                   Papers 75, 2005   61

 

 

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